El general Manuel Nicolás Savio es sin lugar a dudas una de las figuras más emblemáticas de la historia de la industria argentina. Si bien hoy en los albores del siglo XXI se encuentra injustamente silenciado y muchas veces olvidado a la hora de elaborar una política económica nacional, es sumamente interesante retomar algunos aspectos tanto de su vida cómo de su obra teniendo en cuenta el contexto en el que se inscribe para poder entender el proyecto de país en el que estaba pensando.

Savio enfatizó la necesidad de evitar la dispersión de los esfuerzos y concentrarlos en armónica y coherente concepción. Así nació el proyecto de ley orgánica de la Dirección de Fabricaciones Militares que el 11 de mayo de 1938 elevó a la consideración del Poder Ejecutivo Nacional. Savio pasó a ser, por esos años, titular del Cuartel Maestre General del Interior y sus inquietudes volcadas en el proyecto alcanzaron sanción legal cuando, al conjuro de la Segunda Guerra Mundial.

En su creación, Fabricaciones contaba con cinco establecimientos: Fábrica Militar de Equipos (ex Taller de Arsenal), Fábrica de Material de Comunicaciones (ex Laboratorio del Arma de Comunicaciones), Fábrica de Aviones (transferida por la Aviación Militar ), Fábrica de Acero y Pólvora y Fábrica de Explosivos de Villa María, estas dos últimas, inauguradas por Savio en 1937 y 1938 respectivamente.